sábado, 23 de enero de 2010

El misterio de los adosados

Marbella, 2001

A las cinco de la mañana del domingo, sonó el timbre de la puerta en casa de Juan.
Este abrió la puerta y encontró un gran paquete. No había nadie en la escalera.
El paquete tenía un envoltorio muy llamativo y un lazo de color rojo. Pesaba bastante y no llevaba tarjeta. Juan lo arrastró hasta el salón y lo coloco cerca de la ventana.
Lo desenvolvió torpemente. Estaba intrigado y muy nervioso.
Mañana contaría esto a sus amigos e el instituto y no lo creerían. Siempre hablan de misterios asombrosos. Las cosas que le ocurren a Juan, hasta ahora, son aburridas.
Luego empezó a dudar. Si el paquete fue enviado por alguno de ellos seria embarazoso.

El paquete era bastante raro una vez desenvuelto. Era blanco, aproximadamente de un metro de alto. Juan no se atrevía a abrirlo, pues no sabía lo que había dentro pero esto le tentaba aun más para abrirlo.
Juan lo guardo en su armario bajo llave, guardo la llave y siguió durmiendo.

Al día siguiente se levantó; estaba inquieto por el paquete. No se atrevió a contárselo a sus padres prefirió guardarse el secreto.
En el instituto no dijo nada, es mas nadie hablaba solo muy poca gente. Era raro que en un instituto con tanta gente estuviera tan callado, pero a los profesores les daba igual porque así podían dar clase mejor que si todos los alumnos estuvieran hablando. Sobre las once de la mañana sonó el timbre para salir al recreo.
El patio estaba desierto, no había nadie. Todos estaban en sus respectivas clases con rostros de preocupación pero nadie preguntaba ni comentaba nada.

Cuando Juan llegó del instituto, comió rápido y fue a mirar la cerradura del armario, estaba intacta; eso era buena señal, pues nadie la había tocado. Se acostó en la cama para dormir la siesta pero no podía dormir después de lo vivido en el instituto, así que decidió hacer las tareas e irse a dar una vuelta por la playa para despejarse un poco.
De camino a la playa pasó por el instituto y observó que había una furgoneta con mucho polvo, como de obra; pero si era de obra ¿porque tenia los cristales negros? Pero Juan no le dio importancia y siguió caminando hasta la playa. Allí la gente parecía normal como un día normal a una hora normal.
Volvió a casa se duchó, cenó y se acostó pronto.

Sobre las dos de la madrugada sintió una sensación extraña. Estaba asustado, y no es que estuviera soñando con la Karmele, el Mariñas y compañía o con Arrayán que bastante miedo dan (hasta a mi se me ponen los pelos de punta con solo nombrarlos). No sabia explicar lo que sentía pero casi instintivamente abrió el armario y sacó la caja. Se quedo mirando la caja mientras pensaba; así se quedo cerca de una hora hasta que se decidió a abrir aquella caja blanca. La abrió lentamente le quito aquel precinto cutre, el típico que se le pone a todas la cajas de ese ancho, separo los dos trozos de cartón que formaban la tapadera y se sorprendió muchísimo cando se dio cuenta que dentro lo que había era otra caja algo menor.
Juan empezó a pensar que era una broma pero con algo de temor a algo que no sabía que era y volvió a guardar esta nueva caja en el armario bajo llave.


Al día siguiente siguió su rutina, se levantó, se aseó, desayunó y se fue al instituto.
Allí estaba todo como el día anterior esto le sorprendió porque no se podía explicar porque estaba aquello así. Volvió a sonar el timbre sobre las once de la mañana y el se levanto para ir al patio pero nadie mas se levantó y pregunto al resto de la clase que si no iban a salir y nadie le contesto. El salió y observó que el patio seguía desierto como en el día anterior. Juan se volvió a la clase; una vez allí comento lo de la caja y todos le miraron con cara de asombro y le dijeron que no era ninguna broma, al menos por parte de ellos, pues ellos también la habían recibido el domingo a la misma hora, las 5 de la madrugada. Esto se extendió pronto por todas las demás clases.
Después de las clases cada uno se fue a sus respectivas casas. Al salir Juan volvió a ver aquella rara furgoneta en la puerta del instituto.
Aquella misteriosa furgoneta parecía como las de espionaje de las películas pero no podía ser porque era una de estas que hay en todas las obras llena de polvo, la típica “Nissan Vanette” pero esta tenia una cosa demasiado rara para ser de obra, los cristales tintados en negro. Juan se acerco a ver si podía ver algo a través de aquellos cristales negros pero no puedo ver nada.

Al día siguiente sobre las ocho de la mañana sonó el teléfono en cada casa de cada alumno de aquel instituto. La llamada era de los profesores que estaban un poco agitados diciendo que fueran a las doce de la mañana al instituto en vez de a las ocho y media que fueran a las doce de la mañana.
A las doce de la mañana todos los alumnos se presentaron allí y entraron al instituto. Los profesores los dirigieron al salón de actos.
Allí los profesores dijeron que en estos últimos días habían estado todos los alumnos un poco raros y habían oído comentarios sobre una caja.
La caja también la habían recibido los profesores curiosamente a las cinco de la mañana de aquella noche y estaban preocupados porque solo los ocupantes de aquel instituto la habían recibido.
Los profesores mandaron a todos los alumnos de aquel instituto que se llevaran la famosa y misteriosa caja.

Al día siguiente todos, incluyendo a profesores y alumnos, se dirigieron al salón de actos de la segunda planta y allí empezaron a abrirla lentamente.
Dentro había otra caja similar a la primera. Abrieron ésta y había otra caja similar; la sacaron fuera de la anterior caja. Ésta era blanca como la primera y la segunda, pesaba bastante. Abrieron esta caja y dentro había una caja de hierro cerrada con llave y una llave para abrirla además de una tarjeta en la que ponía:

“Abrid la caja metálica con la llave correspondiente después seguid las instrucciones del interior”
Firmado:
J.A.R.


Al leer esto todos abrieron la caja fría y metálica. Dentro había una cinta de cassette sin nombre y una carta en la que ponía:

“1º leer atentamente este escrito
2º introducir el cassette en un reproductor
3º escucharlo hasta el final

Firmado:
J.A.R.

Todos siguieron las instrucciones de la carta. Metieron el cassette en el reproductor y le dieron a reproducir.
Se empezó a escuchar un sonido diabólico imposible de aguantar era una grabación de Camela cantando reggeton todos victimas de este insoportable ruido todos se suicidaron tirándose por la ventana.
De aquella furgoneta de obra misteriosa salieron cinco personas que cogieron rápidamente dentro de la furgoneta y se fueron. Al corto periodo de tiempo llegaron dos personas muy trajeadas; una de ellas tenia bigote y la otra el pelo canoso, ambos daban miedo.
El del pelo canoso le dijo al del bigote:
-“esta forma para eliminar gente de institutos para recalificar es la mejor”
El del bigote le dijo:
-“mañana mismo tiraremos el instituto y construiremos doce chaletes adosados”

Estas personas (si se pueden llamar así) son Julián Muñoz y Juan Antonio Roca que estaban “trabajando”.

Juan se despertó muy asustado. Por suerte todo esto ha sido un sueño aunque en el año 2006 la historia se repite pero no tan siniestra, y es verdad que en la Costa del Sol, por muchas vueltas que des no encuentras ningún instituto.

(Noviembre, 2006; Nacho Cané)

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